viernes, 2 de febrero de 2024

Campurrianas erre que erre

 En el reloj digital que cuelga de la pared de mi salón veo la hora: 10:01. 

reloj digital de pared, hora espejo, capicúa

No sé por qué me parece algo especial, quizá por ser una hora binaria o a lo mejor porque es capicúa. 

Me aventuro a caminar por el único lugar de la casa en el que encuentro una especie de pasillito despejado por el que poder andar: desde un extremo de la cocina hasta el final del salón; en total veintiún pasos (¡Blackjack!) que recorro compulsivamente en ida y vuelta, como si fuera un preso en el patio de la cárcel, pero con la motivación extra de esquivar de vez en cuando a alguna de mis cuatro gatas cuando se cruzan en mi camino. 

La hora que aparece en los relojes analógicos de las películas, las diez y diez, 10:10

Levanto la vista hacia el reloj que cuelga de la pared de la cocina, este es analógico, y en él son las diez y diez, la hora que suele aparecer en los relojes de las películas.

Unos minutos más tarde entro en el trance de la caminata meditativa. No estoy seguro del todo hasta que una R se me encarama en la solapa:

—Hey, chato, no veas si te has puesto buenorro de un tiempo a esta parte. ¡Estás mucho más sexy que hace diez años! ¿Cómo lo haces?

—Ya sabes cómo lo hago y con quien he pactado para conseguirlo, pero tú no has venido aquí para averiguar nada...

—Cómo lo sabes. Anda, macizo, ponme cachonda como tú sabes.

se me subió una R cachonda encima

—Está bien, Lady R, espatáRRate, Ramera Rubia, que voy a intentaR daR placeR a tu Retorcido Reto naRRativo: "El Rey de los Ratones Reunió a sus Roedores Rebeldes para Resistir el Régimen Represivo de los Reptiles. Rugiendo, Rompieron las Redes, Robaron los Recursos y Redujeron a Ruinas el Reino Rival y Regresaron Radiantes, Repartiendo Raciones, Regalos y Reconocimientos, Recibiendo Respeto... porque Ramón Ramírez se lo ha Robado", you know.

***

La anciana aparcó sobre la mesita del salón de té una novela de Pearl S. Buck y me comentó que ella se había operado del Campurriano.

galletas campurrianas

No tenía ni putísima idea de qué coño quería decirme. Debí poner cara de grande extrañeza porque ella me miró como si fuera bobo —que lo soy— y me repitió más despacito y en voz más alta, señalándose claramente la frontera entre la muñeca y la mano:

DEL   TÚ-NEL   CAM-PU-RRIA-NO.

—Ah, disculpe: había entendido carpiano.

***

En el vagón del Metro viajábamos una joven pareja y yo. Llevaba puestos mis auriculares para que no me dé nadie la turra, aunque no escuchaba música ninguna porque soy incapaz de no prestar atención a los estímulos de la vida, raro que es uno.

Plataforma de enseñanza online, no confundir con la Universidad de Mis Cojones

Ellos hablaban desinhibidos. La chica le animaba a que hiciera un bootcamp de programación, a que aumentase su formación para fortalecer su currículum. Él le dijo que precisamente se acababa de matricular en un curso en Udemy.

Ella empezó a descojonarse de risa. Él la miraba sin comprender —igual que yo— qué le hacía tanta gracia. Hasta que ella al fin dijo, burlándose del presunto troleo detectado:

—Claro de UDEMI: de la Universidad DE MIs cojones, ¿no?

—Cari, UDEMY es una plataforma de enseñanza online...

—😕


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