domingo, 21 de febrero de 2021

Bola extra

 El otro día, viendo el último capítulo de la segunda temporada de Los Durrell, madre e hija tomaban algo en una terraza y de pronto Margo Durrell, que observaba a la gente pasar, vio la luz:

—Ya sé lo que me gusta tanto de la gente de Corfú.

—¿Ah, sí, de qué se trata?

—¡Nunca tienen prisa!

Y hablamos de una serie ambientada en una época anterior a la nuestra en más de ochenta años. Está claro que ese es uno de los males propios y principales de nuestros días: estamos permanentemente ocupados, no tenemos tiempo para nada y lo que es aún peor: para nadie. O eso nos creemos...

¿No será más bien que llenamos nuestro tiempo compulsivamente por temor al aburrimiento? Ya lo decía Bertrand Russell mejor que yo en La conquista de la felicidad:

Bertrand Russell La conquista de la felicidad frase cita

* * * * *

Ayer fui capaz de dedicar una buena parte del día al dolce far niente; no a tumbarme en el sofá a ver pelis o series, no, sino a una pasiva contemplación o meditación. ¡Y no es fácil! Estamos tan acostumbrados a dejarnos llevar por la salvaje y caudalosa corriente de las prisas que cuesta pararse un rato y dejar de bracear compulsivamente sin temor a ahogarse.

A primera hora, nada más desayunar, empecé el día sentándome en el sillón de mi habitación, sin música siquiera. Cerré los ojos procurando relajarme concentrándome en la respiración. Qué complicado es adiestrar al mono histérico que todos llevamos en nuestra mente inquieta.

Después me puse a escribir un poco, pero a mano, despacito, esmerándome en la caligrafía cual eximio pendolista.

Cuando el sol estaba en todo lo alto, pese al frío aparente, salí a la terraza, me despeloté y me puse a tomar el sol con los ojos cerrados, sin querer pensar en nada, simpemente disfrutando de ese gustazo primitivo y animal de dejarse calentar por nuestra estrella. ¡Qué placeres tan gratos, baratos y sencillos solemos despreciar! Y de paso pillando bronce y vitamina D. Por la tarde me senté media horita larga sobre una plataforma vibratoria que tengo y volví a dejar la mente en blanco, con una poderosa voluntad de aburrirme.

Meditación, yoga, mindfulness, relajación

Y por último una sesión deportiva larga, suave, a mi ritmo: pero esta vez no he seguido las indicaciones del vídeo de youtube de una muchachita joven y hermosa que suele hacerme de guía deportiva, sino que he ido por libre, bailando a lo loco, dejándome llevar instintiva y ancestralmente por los sonidos mientras mi mente divagaba; luego —en completo silencio— he caminado un poco sobre la cinta a buen ritmo y he pedaleado en la bici estática también absorto, sin mirar las calorías ni el tiempo, hasta que me he cansado lo suficiente para dormir como un bendito.

Por último una ducha de esas largas y relajantes con agua bien caliente, en las que te deleitas escuchando el sonido de las gotas y dejándote embriagar por los olores del jabón exótico y mi champú de plátano que dan ganas de comérselo.

A veces no puedes evitar tener la sensación de que estás perdiendo el tiempo: la de cosas que podías haber hecho en todos esos ratos aparentemente improductivos.

Pero la inesperada recompensa ha llegado en algún impreciso momento de la madrugada... 

Cuando murió mi padre creamos un grupo de whatsapp los cuatro hermanos que le sobrevivimos para poder charlar entre nosotros con confianza y tranquilidad sin incluir a mi madre ni a otros familiares. Por algún motivo ese grupo que ya cumplió su función ahí ha seguido sin ser usado. El otro día mi hermana mandó por ese grupo un mensaje y yo contesté enseguida sin pensarlo, quizá un poco borde:

Conversación de whatsapp

 

Ahí quedó la cosa. Mi hermana es mucho de celebrar y parece no enterarse de que sigue la pandemia y conviene extremar las precauciones: le he dicho que ni voy a cumpleaños ni a reunión ninguna, que hasta que no mejore la situación solo videoconferencias.

Bien, tras este breve inciso retomo el hilo.

Anoche, en lo que en mi subjetiva percepción me han parecido varias horas he estado hablando con mi padre tan a gusto, con nuestra habitual complicidad, de nuestras tonterías: viejas anécdotas, de pelis o series que le solía recomendar, de algún manjar gastronómico nuevo que merezca la pena probar, comentando las carreras de motos y de fórmula1, o algún torneo de tenis. Estaba tremendamente feliz y disfrutando tanto del momento —tan real y gozoso— hasta que de pronto acudió a mi mente una idea perturbadora: oye, espera... ¿pero papá no había muerto? 

Por un instante he estado a punto de hundirme, pero al ser los sueños tan reales como la propia realidad, indistinguibles en ese instante en que los vives, he pensado dentro del sueño: ¡qué absurdo! Cómo va a estar muerto papá si está aquí delante de mí tan tranquilo y feliz y llevamos horas y horas charlando. Y he seguido con el maravilloso sueño un tiempo más.

 

sueño, onírico, ensoñación

Lo curioso es que al despertarme no recordaba nada, ha sido un buen rato después, mientras remoloneaba en la cama, cuando he recordado el intenso y hermoso sueño con el que se me han concedido unas horas extras gratis en la compañía de mi padre, tan reales como si hubiera resucitado durante un rato.


lunes, 15 de febrero de 2021

El tiempo se dilata y se contrae

 En el teléfono móvil me aparece una notificación de Google Fotos mostrándome las imágenes y vídeos que hice con mi Huawei hace exactamente un año… y apenas puedo creerlo.

Aunque pasados los cincuenta el tiempo parece acelerarse exponencialmente aquí se ha producido una excepción a esa regla: la jodida pandemia parece haber densificado el paso del tiempo.

Veo las fotos y vídeos de aquel día, tan felices y despreocupados entre una multitud de personas que abarrotábamos en Nou Camp en Barcelona y no puedo creerlo... 

En el Nou Camp antes de la pandemia

Recuerdo que no pudimos comer en el McDonalds que hay cerca del estadio porque estaba absolutamente repleto de gente y nos costó encontrar un restaurante con mesa libre.

Rememoro aquello y parece que ha transcurrido una eternidad desde entonces, cuando mi padre aún vivía y estaba tan tranquilo y sano en su casa sin sospechar el desastre que le traerían las siguientes semanas, que serían las últimas de su vida.

Qué horror, cuándo acabará esta pesadilla.

La noche de los Oscars de Hollywood 2024

Esta entrada viene a ser Los Oscars de Óscar (Maif). Gran ceremonia la de anoche en los premios Oscar de la academia estadounidense. Bien el...