Si intento recordar, sin más ayuda, hubiera podido apostar porque aquello ocurrió en 1976 y habría asegurado que debió ser un sábado.
Me refiero al día en el que emitieron en Televisión Española la película Cuando ruge la marabunta (1954), The Naked Jungle.
Me refiero al día en el que emitieron en Televisión Española la película Cuando ruge la marabunta (1954), The Naked Jungle.
En cuanto acabe la novela con la que estoy liado voy a publicar un segundo libro de relatos que pienso titular —de momento— Cuentos sin gluten. En este segundo libro habrá un relato de mayor extensión que los demás (como ocurría con La hija del coronel en mi primer libro) que tratará sobre cómo ha modelado mi vida la experiencia cinematográfica. Ahí se narran muchas anécdotas que me han ocurrido en relación con el cine. Y esta de aquel día con esa peli es una de ellas.
Llevaban toda la semana emitiendo el trailer promocional y yo estaba con un hype tremendo (y eso que entonces no existía tal cosa). No podía esperar más el momento de gozar tal largometraje, con ese hiperpublicitado mogollón de miles de millones de hambrientas hormigas asesinas dispuestas a comerse a todo y a todos a su paso. Estaba deseando verla cuanto antes, menuda expectación.
Mas hete aquí que recién comenzado el filme me dijo mi madre que me vistiera, que nos teníamos que ir al sastre.
—¿Al sastre? ¿Qué? ¿En serio? Noooooooooo, yo no voy.
(¿Qué coño es un sastre? ¿Qué pintaría yo en un sastre?)
La verdad es que no recuerdo una sola vez que haya ido a un sastre... eso parece algo antiguo o de ricos. ¿Qué cojones pasó aquel día? ¿Cómo pude perderme aquella prometedora película para ir a... un sastre?
Pues no tengo ni idea, pero ese terrible y traumático recuerdo me lacera desde entonces. Perdí ese prometedor goce de ver a las hollywoodienses hormigas asesinas en acción por ese absurdo motivo.
Si le preguntara a mi madre por la fecha exacta de aquello con esos patinajes mentales de ancianidad galopante que últimamente la aquejan, lo mismo me podría situar la escena en Sicilia 1920 que... en Alcalá de Henares en los noventa.
Qué demonios. La curiosidad me ha hecho telefonearla para saber si se acordaba de aquel día, pero no ha habido suerte. ¿Hubo alguna boda, mamá? ¿Para quién era el traje del sastre? Ni idea, hijo, supongo que sería para algún uniforme de gala de tu padre...
Pero desde que existe internet se impone el frío dato sobre la poética especulación y he podido averiguar que esa peli fue emitida en TVE exactamente el lunes 23 de diciembre de 1974. No era sábado, pero mi recuerdo no iba mal encaminado porque ya estábamos en plenas vacaciones navideñas.
Entonces vivíamos en la madrileña localidad de Getafe.
Entonces vivíamos en la madrileña localidad de Getafe.
Durante un tiempo breve fuimos vecinos de aquel lugar por razones estratégicas: mi padre hacía el curso de oficial en la academia de Villaverde. Es el sitio más chusmón en el que he vivido jamás. Sí, ahora hay zonas de auténtico lujo por ahí, el sector tres y tal, pero en aquel tiempo eso era el jodido Oeste. Una vez me atracaron en plena calle. En el patio del cole los payos no éramos muy mayoritarios. Me robaron un balón de fútbol reglamentario mientras jugaba en el descampado y un yo-yo muy chulo mientras juagaba en el portal de casa. Una noche nos abrieron el coche para robar el radiocassette... eran aquellos tiempos mierdosos. Así que cuando desde allí nos mandaron al internado de Quintana, bah, tampoco fue para tanto: ya nos estábamos endureciendo en la periferia del sur de Madrid.
Me quedo con algunos recuerdos buenos del lugar, confusos pero hermosos.
Recuerdo algunas veladas gloriosas viendo combates de boxeo con mi padre y mi hermano. Será una salvajada, pero lo pasaba de maravilla viendo esos combates y el entusiasmo con el que los vivía papá (a quien no le gustaba nada el fútbol). Había una lámpara en el salón que se descogaba hasta muy abajo y en mi memoria se ha quedado esa imagen y al fondo la tele con el boxeo y la felicidad en el ambiente.
Ese goce familiar con los cuadriláteros murió ahí, en ese piso de Getafe, pero reapareció inesperadamente unos quince años después en otro continente. Allí el boxeo volvió a juntarnos a los tres en las madrugadas africanas: cada vez que combatía Mike Tyson...
Bueno, vuelvo al tema, que empiezo a divagar y me pierdo.
Hoy al fin —¡¡¡45 años después!!!— he visto aquella película...
Sí, es cierto: podría haberla visto mucho tiempo antes, pero cuando he rememorado el episodio traumático años después... no conservaba ese hype infantiloide. Y para un adulto la peli no tiene muy buena pinta. Se nota su mal envejecer. Y no únicamente por los ridículos efectos especiales desfasadísimos, sino especialmente por su abominable machismo y el vergonzante imperialismo anglosajón desacomplejadamente racista. Pero bueno, seamos justos y realistas: es lo que había entonces y así debemos mirarlo y valorarlo.
Definitivamente tenía ganas de saldar esa deuda con el pasado, quitarme este trauma y al fin he visto Cuando ruge la marabunta, eso sí, como dios mandaría si existiese (y ordenase): en pantalla grande, en alta definición y en versión original subtitulada.
La peli es bastante mediocre, fallida, tarda mucho en desarrollarse y se acaba precipitando malamente, carente de ritmo, se queda a medias en todo, no termina de ser de aventuras ni tampoco romántica. Pero también tiene un par de detalles buenos, además de los intérpretes.
Es curioso que antaño estas pelis me parecían carentes de cualquier carga sexual y hoy en día —saturado de todo tipo de barbaridades metapornográficas en internet— me resulte tan sorprendentemente excitante la escena en la que la hermosísima Eleanor Parker le pide al prota que le unte el repelente de los mosquitos... aquí la dejo: qué momento más hermoso y sexy, qué poder de seducción. Ni un millón de bukkakes de xvideos.com consiguen el estimulante efecto de esta sencilla escena.
Y luego en estas películas tan moralmente tontorronas, en la que el imbécil del prota se permite el lujo de desdeñar a esa pedazo de mujer a la que claramente no merece... ¡porque ya había estado casada antes! Menuda memez.
Así que hay una secuencia maravillosa en la que él le pide que toque el piano (ufanándose de que se lo ha comprado nuevo para que lo estrene ella) y, mezclando conversaciones con evidente doble sentido, la pelirroja le espeta:
—Si supiese algo de música se daría cuenta de que un piano suena mejor cuando se ha tocado antes.
Aquí pueden verla doblada al español.
***
Bueno, vuelvo al tema, que empiezo a divagar y me pierdo.
Hoy al fin —¡¡¡45 años después!!!— he visto aquella película...
Sí, es cierto: podría haberla visto mucho tiempo antes, pero cuando he rememorado el episodio traumático años después... no conservaba ese hype infantiloide. Y para un adulto la peli no tiene muy buena pinta. Se nota su mal envejecer. Y no únicamente por los ridículos efectos especiales desfasadísimos, sino especialmente por su abominable machismo y el vergonzante imperialismo anglosajón desacomplejadamente racista. Pero bueno, seamos justos y realistas: es lo que había entonces y así debemos mirarlo y valorarlo.
Definitivamente tenía ganas de saldar esa deuda con el pasado, quitarme este trauma y al fin he visto Cuando ruge la marabunta, eso sí, como dios mandaría si existiese (y ordenase): en pantalla grande, en alta definición y en versión original subtitulada.
La peli es bastante mediocre, fallida, tarda mucho en desarrollarse y se acaba precipitando malamente, carente de ritmo, se queda a medias en todo, no termina de ser de aventuras ni tampoco romántica. Pero también tiene un par de detalles buenos, además de los intérpretes.
Es curioso que antaño estas pelis me parecían carentes de cualquier carga sexual y hoy en día —saturado de todo tipo de barbaridades metapornográficas en internet— me resulte tan sorprendentemente excitante la escena en la que la hermosísima Eleanor Parker le pide al prota que le unte el repelente de los mosquitos... aquí la dejo: qué momento más hermoso y sexy, qué poder de seducción. Ni un millón de bukkakes de xvideos.com consiguen el estimulante efecto de esta sencilla escena.
Y luego en estas películas tan moralmente tontorronas, en la que el imbécil del prota se permite el lujo de desdeñar a esa pedazo de mujer a la que claramente no merece... ¡porque ya había estado casada antes! Menuda memez.
Así que hay una secuencia maravillosa en la que él le pide que toque el piano (ufanándose de que se lo ha comprado nuevo para que lo estrene ella) y, mezclando conversaciones con evidente doble sentido, la pelirroja le espeta:
—Si supiese algo de música se daría cuenta de que un piano suena mejor cuando se ha tocado antes.
Aquí pueden verla doblada al español.