jueves, 19 de noviembre de 2020

¿Tacto rectal o PCR?

 Desde la treintena empecé a asustarme al escuchar hablar de esa prueba que en unos años debe hacerse cualquier varón: el tacto rectal, el examen de próstata.

Tacto rectal, examen de próstata

Llegada la edad adecuada me fui haciendo el loco y disimulando, posponiendo el asunto cuanto pude, pero llegó un momento en el que no se podía demorar más el tema y al fin acudí, con todo el susto del mundo.

Y, oye, sí, fue un poco humillante, algo molesto y doloroso, pero rapidito y tan simple que todos esos miedos previos durante años resultaban absurdos e injustificados para lo que fue en realidad.

Creí yo entonces inocentemente que mis miedos para con la medicina y los actos de enfermería habían sido superados. ¡Ja! 

Ya me fastidió bastante enterarme, poco después de mi examen prostático de que dicha prueba era ineficaz e innecesaria. Pero lo que me terminó de fastidiar fue cuando me tuve que hacer una PCR para ver si tenía coronavirus: esa prueba en la que te incrustan un puto palito hasta el mismísimo cerebro y te lloran los ojos y sientes ganas de estornudar y darle un puñetazo a quien está empujando el palito dichoso tanto rato y con tanta fuerza como si fuera un jodido picador en Las Ventas.

Test PCR, prueba covid-19

Madre mía, qué prejuicios tan tontos tenemos... 

¡Ojalá el test del covid se hiciera metiendo un dedo por el culo!

:-)

lunes, 16 de noviembre de 2020

Opiniones produceshop tienda online: ¡ni se te ocurra!

Cuando la atención al cliente es un triste oxímoron

produceshop opiniones estafa datos personales expuestos condiciones abusivas alejandro el trol de atención al cliente


produceshop es una tienda online que inexplicablemente opera en España con unas condiciones más mafiosas que leoninas. Tiene los almacenes en Italia y para cualquier conflicto tienes que acudir a los tribunales de justicia de Suiza. Nadie se lee las condiciones cuando compra, pero que sepáis que eso es lo que hay.

Mi madre, a consecuencia del COVID-19, se ha tenido que quedar permanentemente en silla de ruedas. Ella que es echada p'alante se maneja con su laptop y buscó por internet para comprarse una silla de ruedas. Vio una a buen precio y la pidió.

Cuando me lo comentó mi hermana regañé a mi madre por comprar a lo loco sin conocer la tienda, le dije que internet es como en la vida real: hay que comprar en lugares de confianza y no en cualquier sitio que veas con buen precio.

Resulta que le llega la silla y no le sirve, las medidas no coinciden. Mi sobrino escribe un e-mail para devolver el producto y le contestan diciendo que lo devuelva, pero los gastos de envío corren de su cuenta. Sólo se puede enviar devuelto al almacén en Italia.... o sea que cuesta más el ajo que el pollo, sale más caro devolver el producto que quedártelo.

Le escribo yo a un tal Alejandro de "atención al cliente" explicándole que mi madre al hacer el pedido eligió el modelo de silla con las medidas que quería, pero como al final del proceso de compra mediante engañosas técnicas de patrones oscuros te ofrecen modelos similares un poco más caros, ella se dijo: bueno, si esta que me ofrecen es algo más cara será mejor, y pidió esa sin darse cuenta de que las medidas eran completamente distintas. 

Así pues solicité que trajeran el modelo que le valía y se llevaran el otro.

El tal Alejandro me pide que le envíe varias fotos del producto. Pese a las molestias que me supone trasladarme a casa de mi madre en plena pandemia lo hago y le envío las fotos del paquete que me había pedido pensando que querían comprobar que el paquete estaba en buenas condiciones. Procedo a hacerlo.

Me vuelve a escibir diciendo que quiere las fotos de la silla montada.

Otra vez a trasladarme, montar la silla de las narices, fotografiarla y enviárselas al tal Alejandro.

Pero en realidad Alejandro, después de tanta lata, me da una respuesta estandar:

"El producto se corresponde con el comprado"

¡Ya lo sé, imbécil! —pienso, no se lo digo—. Redacto un largo correo explicándole de nuevo todo el problema, pero ni se molestó en responder jamás. Claro, abusan sabiendo que no vas a acudir a los tribunales suizos a demandarlos.

Me volví a meter en la web tiempo después con el número de referencia de la compra a ver si había alguna novedad aunque no me hubieran contestado y por error metí mal un número y me aparecen de pronto en pantalla los datos personales de otro cliente. No puede ser, me digo. 

Introduzco otro número parecido, cambiando un dígito y me aparecen todos los datos personales de un tercer cliente... y así con todos los que quisieras mirar. ¡Viva la seguridad y la privacidad!

O sea que además de ser unos estafadores que se burlan de los clientes aunque sean personas mayores víctimas de la desgracia tienen una brecha de seguridad gravísima y los datos de los clientes están expuestos a la vista de cualquiera, no hay ni que hackear la web... están ahí para quien quera mirarlos.

En fin, espero haber ayudado a alguien y evitar algunos timos y burlas más.

A ver si el gobierno impide que las empresas multinacionales con estas prácticas abusivas operen en España.



sábado, 7 de noviembre de 2020

Ocoño

Nos hemos plantado ya en noviembre de este 2020 tan sobradamente aborrecible, a ver si acaba pronto y en 2021 empezamos a ver la luz al final del túnel vírico.

mierda de año 2020

Tengo el blog medio abandonado y es que resulta complicado animarse para emprender cualquier cosa, por pequeña y simple que sea, como este tontorrón diario de a bordo en el que a veces escribo.

* * * * *

Novacaciones. En este año de mierda no se puede ni hablar de disfrutar vacaciones, pero al menos tuvimos unas mini-no-vacaciones. 

Dispusimos de una semanita entera para irnos mi señora y yo con nuestras dos criaturillas —bien crescidas— ancá mis suegros: lo que viene siendo el paradigma absoluto de unas vacaciones de ensueño, vaya.

Al menos sirvió para hacerle una pequeña despedida y homenaje a mi padre.

Tributo doble: mediante una buena comida (la celebración predilecta de mi padre) y mi ocurrencia de arrojar parte de sus cenizas en una de sus playas favoritas en las que se podía pasar horas buceando (una vez sufrió un incidente y regresó ya de noche, con mi madre asustada).

Una maravillosa noche de agosto en el recomendable Mesón Carmen la de Ronda, sito en la hermosísima Plaza Duquesa de Parcent, en la parte antigua de Ronda (Málaga), junto a Santa María la Mayor, al aire libre —sin mascarillas— pudimos al fin hacer la cena en recuerdo de mi padre: mi hija, su novio, mi hijo, la Sra. Maif y yo.

   

Y al día siguiente fuimos a la costa, a esa playa que tanto le gustaba cerca del límite entre las provincias de Cádiz y Málaga, desde donde se divisa a lo lejos el Peñón de Gibraltar, y pudimos esparcir allí sus cenizas.

Playa de los Toros

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Desde ahí nos fuimos a comer al pueblo donde vivimos cuando mi padre estuvo destinado en el grupo de misiles del estrecho, en San Roque

Tuvimos que comer en el restaurante de La Alameda (solo recomendable por su hermosa ubicación) y en el que nos cobraron hasta por una cesta de pan que no pedimos, pues todos (menos yo) pidieron hamburguesas —con buen criterio— al ver la calidad del lugar. 

Así que al mirar la factura y fijarme en ese detalle, pillé todo el pan de la cesta y aproveché para echarle de comer al mogollón de palomas que había junto a la fuente.

Por cierto, no me extraña que los viejos se pasen el día alimentando a las palomas: es algo de lo más divertido, te crees Dios.

Dando de comer a las palomas en la Alameda de San Roque
 
* * * * *

Así que tras esas mini-mierdi-vacaciones en mi querida Andalucía nos volvimos a casa de vuelta a la rutina. Al menos agradecí mucho el momentáneo cambio de aires tras tanto tiempo confinado, porque he estado prácticamente todo el año sin salir de casa.

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Y así sigo: al trabajo y a comprar de vez en cuando, poco más salgo del piso, tengo el coche abandonadito.

Así que ahora me ha dado por las plantas. Ya tengo tres bonsáis, una tradescantia, un poto, una planta del dinero, otra de Madagascar cuyo nombre no recuerdo y varios cactus y suculentas.

Cactus y suculentas

Y hemos adoptado un nuevo gatito. Había aquí abajo una camada múltiple, pero uno de los cachorritos se ve que era el más torpecete y mientras los demás ganaban peso él estaba en los huesecillos, con heridas feas, muy sucio, con las orejas infestadas de parásitos y medio ciego, con los ojos turbios y cerrados. 

Ya ni siquiera huía de los perros ni de las personas, se quedó quietecito sin fuerzas... hasta que mi hijo lo llevó al veterinario. 

Les presento al tercer gato de la familia: Miwi.

 

  * * * * *

Es curioso que en este año tan rarísimo no sabe uno bien decir dónde ha empleado el tiempo. Se supone que debería uno haber podido leer mucho, ver muchas pelis y series, escribir más... pero nada de eso ha ocurrido. Tampoco es que vea la tele porque me dan alergia los telediarios  y ni me acerco a ningún programa de actualidad.

Si he visto varias series interesantes como:

La conjura contra América

Devs

La línea invisible

The Mandalorian

Mrs. America

Perry Mason

Unorthodox

la inglesa Back To Life  

o la danesa Sex.


También me falta por ver el último capítulo de la interesante serie española Patria y también el último de la estupenda Gambito de dama.

Y estoy viendo Ratched, Nasdrovia, Emily en París y la deliciosa comedia Schitt's Creeks.

 * * * * *

Hoy he visto con mi hijo el último Informe Robinson, en el que se homenajea tras su muerte al ex-futbolista y comentarista televisivo Michael Robinson.

Mi hijo no ha podido evitar que se le humedeciesen un poco los ojos; a los dos nos caía de putísima madre "nuestro guiri", pero yo he resistido sonriendo y riéndome con su delicioso humor, porque sé que es lo que él querría.

Michael Robinson con la Copa de Europa que ganó con el Liverpool

A mí me pasa igual: si supiese que iba a fallecer pronto (¡y tengo taaantas papeletas!) me horrorizaría pensar que me recordasen con pena o lágrimas, querría ser recordado por lo cabroncetemente bromista que he sido siempre, por disfrutar de las risas como de lo más sagrado de este mundo, que hiciesen chistes sobre mi resurrección o de lo que estaré haciendo en el infierno.


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Indiana Jones y la última cruzada, escena en el Cabo de Gata en la playa de Mónsul

Otro fallecido reciente ha sido el actor Sean Connery. Recuerdo que cuando íbamos a la playa mi señora y yo en Marbella, pasábamos siempre al lado de un chalet y mi entonces novia me informaba: este chalet es de Sean Connery.

Solía mirar a ver si lo veía, algo que nunca ocurrió. De hecho se ve que no fui el único: el actor confesó que vendió esa casa en los noventa porque mucha gente se congregaba alrededor de su chalet en la playa para cotillear y estaba harto de que la gente le viera en ropa interior en su propia casa (tampoco entendí nunca que el tipo no ocultase el casoplón con un muro o unos setos... quizá quería ver el mar, pero el mar también le vería a él).

Sean Connery interpreta al monje franciscano Guillermo de Baskerville en la adaptación al cine de la novela de Umberto Eco El nombre de la Rosa

Mi personaje favorito de su carrera fue interpretando al monje franciscano Guillermo de Baskerville en la adaptación al cine de la novela de Umberto Eco El nombre de la Rosa

También me encantó en Indiana Jones y la última cruzada, me gustaba más de mayor que de joven. La escena con el paraguas en la playa almeriense de Mónsul en el Cabo de Gata es de mis favoritas, toda esa peli es de lo mejor del cine comercial familiar de entretenimiento.

Pero mi homenaje al nonagenario no consistió en volver a ver una peli suya que me gustase, sino en descubir alguna nueva para mí. Finalmente me decidí por una que rodó antes de mi llegada al mundo: La colina de los hombres perdidos de Sidney Lumet ("The Hill", 1965). Anoche me acomodé yo solito en el sofá de madrugada y la disfruté en Filmin. Fue una experiencia de lo más agradable disfrutar de aquel actor de jovencito, en un papel tan distinto de sus jamesbonds con los que triunfaba.

La historia no me impactó especialmente por ser conocedor de eso mundos militares y sus castillos, pero aún así el libreto (mejor guion en Cannes aquel año) me sorprendió favorablemente. Y es que el escritor se basó en hechos reales que vivió en primera persona.

La peli está rodada en Málaga y en Almería. Aquella fue su primera visita a Almería, que en aquellos tiempos era casi como ir a África, o peor: la carretera de Málaga a Almería —desde donde llegó— era un infierno de curvas y travesías (y lo siguió siendo hasta no hace mucho). Una década después volvió a la tierra de los legañosos para rodar El viento y el león [The Wind and the Lion, 1975]  y se sorprendió de que aquel lugar siguiera tan atrasado. Me imagino que cuando volvió en 1988 a rodar la de Indiana Jones ya habría mejorado algo, yo me fui a vivir allí cinco años después.

Es un placer descubrir pelis antiguas, con cualquier excusa, una sensación maravillosa y a la vez perturbadora si piensas un poco en toda esa gente joven y bella... como estarán ahora, si es que "están". De hecho de los actores de esta peli quedaban dos vivos. Ahora solo uno... sic transit gloria mundi.

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