Se deben creer que uno es bobo y que cuando se marcha de un sitio en realidad no quiere irse. Así que contactan contigo para tratar de demostrarte que tú en realidad no quieres irte, que estás confundido. Y empieza la terrible turra para tratar de retenerte.
—Que no, oiga —insistes— que es que he decidido irme, no es un capricho, se trata de una decisión bien meditada.
—Disculpe, no me está escuchando siquiera.
—Pues claro que no le escucho: pierde su tiempo y de paso el mío porque es que ya me he ido y no voy a volver de ninguna manera.
—Pero permítame que le cuente porque si me escucha verá que no le interesa irse.
—¡Ya decidí irme y no tengo que escuchar nada más!
Y el tipo entonces, en principio todo amabilidad, se empieza a poner pesadito y hasta faltón.
—¡Haga el favor de escucharme! —insiste con tozuda cansinez.
—No quiero que pierda el tiempo, de verdad.
—No se preocupe, no pierdo el tiempo...
—Sí, pierde mi tiempo porque ya me he ido y no voy a volver, si lo he hecho es porque lo he meditado bien.
—¡Pero aún está a tiempo! La portabilidad aún no se ha ejecutado y le ofrezco un importante descuento durante seis meses nada menos.
—Mire, le he dicho que ya estoy en Movistar y no voy a volver a Orange: tiene mejor cobertura móvil y el deco se ve mucho mejor y la fórmula 1 está disponible en 4k. Y sí, ya sé que es más caro, pero prefiero pagar un extra y disfrutar de mejor calidad. ¡Y si tenían un descuento que podían ofrecerme habérmelo planteado antes de que pidiese el cambio de compañía!
—¡Espere, puedo mejorarle el descuento!¡Doce meses!
—No, pero gracias. Buenas tardes, caballero.
PLONK!
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