Se acabaron las navidades y —como tengo el blog tan abandonado— se me
ocurrió escibir una entrada resumiendo estas fiestas, pero... no sé,
tampoco es que hayan sido nada del otro mundo.
Cuando eres pequeño las navidades son lo máximo.
Cuando
eres joven y está toda la familia desperdigada por diferentes
geografías también tienen su encanto porque es una rara ocasión para
coincidir todos.
Cuando tienes críos pequeños estas fiestas molan porque vives de su felicidad.
Afortunadamente
ya no soy pequeño, mis hijos ya son más mayorcitos, todos los de mi familia vivimos en la
misma ciudad (la mayoría en un radio de un par de kilómetros), así que las navidades no son tan importantes (aunque las fiestas son siempre fiestas).
Así que podía resumirlas hablando del absurdo atiborre de comida. Lo único verdaderamente digno de reseñarse es que fui el responsable del menú del día de Navidad y por una vez renuncié a la carne y me decidí por una receta de pescado que encontré buceando en internet:
Merluza con cebolla caramelizada con mermelada de melocotón con reducción al Pedro Jiménez sobre lecho de puré de papas (a esta recerta le añadí —por mi cuenta y riesgo— unas manzanas caramelizadas, pero la verdad es que eso sobró... y casi que el puré también). Yo no soy muy de blog gastronómico, eso se lo dejo a mi amigacho Sap, que es un artista (pueden buscarla en google), pero sí les muestro una fotito que le hice y les prometo que fue en éxito de crítica y público (de lo contrario no vendrían los Reyes, claro).
En fin, aparte de eso, ya en serio, lo más interesante de estos días es que ha vuelto mi hija (ahora estudiando Psicología) a casa y con ella se trajo a su gata.
La verdad es que los gatos son animales que nunca me han gustado y por los que sentía desconfianza y hasta antipatía, pero eso ha cambiado estas últimas semanas, me he vuelto algo más tolerante con esas criaturitas.
Temía decepcionar a mi hija por no saber cuidar bien del bichejo, por eso una mañana me empecé a preocupar porque llevaba un buen rato buscando a la gata y ésta no aparecía por ninguna parte, ni siquiera en sus inverosímiles escondrijos favoritos. Estaba yo en pleno disgusto y turbación por tan imperdonable extravío cuando escucho un ruido extraño en el salón. Me dirijo hacia allí con sigilo, parmanezco a la escucha atentamente y localizo que el sonido procede del árbol de Navidad... miro hacia allí y al principio no vi nada, pero fijándome con más cuidado vi esto:
La verdad es que los gatos son animales que nunca me han gustado y por los que sentía desconfianza y hasta antipatía, pero eso ha cambiado estas últimas semanas, me he vuelto algo más tolerante con esas criaturitas.
Temía decepcionar a mi hija por no saber cuidar bien del bichejo, por eso una mañana me empecé a preocupar porque llevaba un buen rato buscando a la gata y ésta no aparecía por ninguna parte, ni siquiera en sus inverosímiles escondrijos favoritos. Estaba yo en pleno disgusto y turbación por tan imperdonable extravío cuando escucho un ruido extraño en el salón. Me dirijo hacia allí con sigilo, parmanezco a la escucha atentamente y localizo que el sonido procede del árbol de Navidad... miro hacia allí y al principio no vi nada, pero fijándome con más cuidado vi esto:
Feliz 2014, mi deseo para este año es que los "Pepe Trola" del Selu estén inspirados en el COAC.
Por lo que más quieras, Maif, cambia el color del fondo y pon una letra más fácil de leer. Es que me dejo los ojos. ¡Contraste, por favor!
ResponderEliminarEse árbol de navidad es un paraíso para la gata, qué majeta. El plato tiene una pinta bárbara, aunque el nombre es un poco largo para mi gusto. Con ese nombre, te sobra una pieza de pescado, las manzanas y la mayor parte de la salsa. Con una pincelada así al desgaire hubiera sido más que suficiente, je, je.
Prometo cambiar el fondo y la letra en cuanto tenga un rato para ponerme a ello.
ResponderEliminarMe hizo tanta gracia descubrir el escondite de la gata que tuve que hacerle una foto.
Respecto al exceso gastronómico tienes razón: unos días después mi mujer modificó la receta quitándole el puré y las manzanas. Aunque ella lo hizo al horno y le añadió otra salsa de piñones (yo a la plancha, que está más rico). Así le quedó:
https://dl.dropboxusercontent.com/u/58299011/navidad%C3%B1am.jpg
El nombre del plato podemos acortarlo llamándolo "El Merluzo del Maif"
:-D
Saludos.
¡Gracias, oh, magnánimo Óscar! Esto está muchísimo mejor. Si hubiera sabido que iba a causar este efecto, te lo habría pedido antes.
ResponderEliminarGracias, de verdad, muchísimas gracias. Eres un sweetheart.
Qué buena pinta tiene el plato. Aunque la merluza siempre lo asocio al sabor salado, y esta tiene que ser dulce, ¿no?
ResponderEliminarMenos mal que la gata no era blanca del todo, que si no, se habría camuflado por completo. A propósito, ¿el bicho tiene nombre?
Sí, BK, lo interesante de este plato es ese intenso contraste entre lo salado y lo dulce de la cebolla caramelizada (usando para ello una mermelada, en mi caso —pese a mis iniciales reticencias— respeté la receta original y usé la de melocotón).
ResponderEliminarEl nombre oficial, con el que la bautizó mi hija —el que consta en su cartilla sanitaria y de identificación— es Bitter-Sweet, pero cada uno la hemos rebautizada a nuestro gusto: mi señora la llama Cascabelito, mi hijo Felinita-Nomás y yo Misi.
:-D
Angela, me alegro de que te guste este nuevo look sencillo del blog.