miércoles, 11 de diciembre de 2019

Modo ñoño ON (Foodie Love y Marriage Story)



¡Pues no voy, cojo, agarro y me siento a ver en HBO la serie de Isabel Coixet intitulada Foodie Love! Y me la he tragado del tirón en un solo finde, madre mía, quién me ha visto y quien me ve: ocho capítulos de una media hora cada uno (el último es más largo).

De antemano tengo que poner algunas pegas... la serie es a menudo excesiva, en momentos puntuales resulta cargante, sobra tanta voz en off (¡especialmente cuando se usan al mismo tiempo bocadillos tipo cómic!), algún momento insípido porque el guion no es todo lo bueno que debiera. 

Peeeeerooo, dicho esto debo admitir que he disfrutado mogollón viendo la serie, la idea de la app me parece grandiosa, los personajes me gustan, los actores están enormes y se crea un ambiente muy agradable y disfrutable con esa cuidada iluminación, esa musiquita tan variada y afectiva/efectiva, esas delicias gastronómicas y esas múltiples referencias cinematográficas y literarias. Se me ha hecho cortísima la serie y me hubiera visto diez o doce capítulos más, pese al bajonako del capítulo postrero, tan excesivo.

En definitiva: soy capaz de apreciar defectos varios en la serie y sin embargo me ha gustado y la he disfrutado sentimentalmente. También es un goce vicario glorioso, ya que no entra en mi nivel económico el obsequiarse con esos placeres gastro-exquisitos que escenifican Guillermo Pfening y la hermosa Laia Costa (sí, me da igual que estemos en plena era de la corrección política, ademas de gran actriz es hermosa y tiene un culo estupendo y unas tetas preciosas... y el tío un buen rabo).

Marriage Story (Historia de un matrimonio) Netflix



Y por si mi cupo de historias hipersentimentales no estuviera cubierto me he visto también este finde  la última de  Noah Baumbach: Historia de un matrimonio (Marriage Story). 

La triste historia de la descomposición de una pareja desde una más o menos respetuosa asepsia que te lleva a creerte el asunto y a implicarte en la trama. No hay buenos y malos claros, son simplemente dos personas que se quieren, pero que en un momento de su vida no consiguen ponerse de acuerdo en algunos temas comunes. No hay culpables obvios, simplemente un desencuentro y daños colaterales. Esa honestidad narrativa me ha llevado en algún momento a ponerme un molesto nudo y a humedecer los lacrimales. Ay, Señor, no sé si debería tomarme algún suplemento de testosterona, porque no me conozco. Ahí les dejo el trailer.

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