A una semana de acabarse el año llega a las librerías al fin, a tiempo de salvar un mediocre curso lector, el libro que hará subir el nivel literario del 2017, nada más y nada menos que la gran recopilación de relatos de mi amigo Francisco Manuel Espinosa Carrasco, alias Sap, "La merienda del caníbal".
Como es mi amigacho del alma he tenido el privilegio de leerlo antes que nadie para así poder escribir un prólogo. Uno siempre teme no estar a la altura, pero de los cobardes no se ha escrito nada bueno así que comparto con ustedes esta presentación por si se animan con esta gran lectura.
A manera de prólogo
Es célebre la anécdota que cuenta Dora Diamant de Franz Kafka: al final de sus días, el autor checo paseaba por un parque berlinés y allí se encontró a una niña llorando porque había perdido su querida muñeca. El escritor intentó consolarla, asegurándole que su muñeca en realidad no se había extraviado, sino que había tenido que partir repentinamente de viaje y que —según le había contado ella misma— pronto le escribiría una carta para explicar su marcha. La pequeña pareció consolarse con ese pensamiento y en los siguientes días, Kafka le escribió varias cartas que le fue leyendo en voz alta, como si las remitiera la muñeca viajera desde diferentes ciudades.
En los últimos años del milenio anterior, yo solía recrearme participando en aquellos libérrimos grupos de Usenet tan activos entonces, principalmente en uno literario —es.humanidades.literatura— al que apodábamos cariñosamente La Corrala. Con el paso del tiempo, la red se fue degradando terriblemente hasta convertirse en el monstruo bigdatesco metaorwelliano y producto de productos que actualmente es. El declive también empezó a afectar a es.humanidades.literatura, y mi querido grupo pareció peligrar en los primeros años del siglo XXI.
En estos colectivos que llevan varios años funcionando es difícil integrar a gente nueva, porque los viejos del clan suelen recibir a dentelladas a cualquiera que se acerque a miccionar en las proximidades del que consideran su territorio. Mas hete aquí que un día, apareció por aquel Serengueti hostil un joven ñu con andares de grácil gacela que, sin miedo aparente, cruzaba de una orilla a otra del río Mara sin que los cocodrilos parecieran inquietarle. Y así es como conocí en la red a Francisco Manuel Espinosa, alias Sap, en el año del señor de MMIII, el individuo que consiguió revitalizar con su sangre fresca nuestra Corrala.
Desde entonces, no hubo ni hay día que no me asome al ciberespacio para leer lo que haya escrito, ya fuese antes, en los grupos de noticias, o ahora, en la sección de comentarios del blog de Antonio Muñoz Molina, en las redes sociales o en su propio blog personal. Es por eso que a veces me considero un poco "la niña de Sap", o sea, que siento ese raro privilegio —como la pequeña del parque Steglitz— de que un gran escritor compone sus creaciones artísticas casi exclusivamente para ti, puesto que esa audiencia que señalo, apenas consiste en un reducido grupo de ciberamiguetes.
Pero es ahora cuando tengo el gran honor de escalar, desde nuestra minúscula urbe al inmenso orbe, la obra de Francisco Manuel Espinosa, presentando al lector esta recopilación de escritos sapristeños dados a la imprenta, que sería un poco como publicar la correspondencia de la muñeca viajera de Kafka.
Si me siguen en este apetecible viaje, descubrirán cómo va siendo uno inevitablemente seducido por la prosa rica, elegante y limpia de Sap, quien se atreve con la escritura desde cualquier ángulo, género o tiempo. Así, encontramos cuentos sobre épocas pretéritas, como esos folletines protagonizados por malhadadas féminas, Violeta y Merceditas, pero hallamos igualmente relatos del futuro, en los que se nos presenta un final de siglo XXI distópico, donde el progreso ha dado paso a una brutal regresión que da muchísimo juego literario.
Pero Francisco Manuel Espinosa es también un escritor del presente y de la cotidianidad, y es capaz de crear arte con el día a día, así consigue reunir unas deliciosas crónicas de sus desayunos en el bar de abajo, el de Margot, con su fauna habitual: Cerdito Acaparador, Oficinista Parlanchín, Ignota Indecisa, Tratante de Ganado, La Mofletitos y el nigeriano Prince, siendo que todos estos relatos, del género que sean, llevan el condimento especial de Sap: unas gotas de humor inteligente y oportuno con el que todos los relatos alcanzan un regusto notable. Con todo, para este humilde prologuista, la parte más emocionante de este libro es aquella en la que Francisco Manuel Espinosa, retrocediendo en el tiempo hasta su infancia, homenajea a esas personas que son también verdaderamente "personajes", esa parte más íntima dedicada al tío Lolo y al tío Pepe. Asimismo, me gustaría destacar ese relato de un Sap enamorado, que viviendo en su nidito de amor, se enfrenta al karma cervantino en una insólita y divertidísima historia de un colchón de matrimonio.
¡Insensatos! ¿A qué esperan? No se demoren más y empiecen a gozar de esta prosa de categoría.
En los últimos años del milenio anterior, yo solía recrearme participando en aquellos libérrimos grupos de Usenet tan activos entonces, principalmente en uno literario —es.humanidades.literatura— al que apodábamos cariñosamente La Corrala. Con el paso del tiempo, la red se fue degradando terriblemente hasta convertirse en el monstruo bigdatesco metaorwelliano y producto de productos que actualmente es. El declive también empezó a afectar a es.humanidades.literatura, y mi querido grupo pareció peligrar en los primeros años del siglo XXI.
En estos colectivos que llevan varios años funcionando es difícil integrar a gente nueva, porque los viejos del clan suelen recibir a dentelladas a cualquiera que se acerque a miccionar en las proximidades del que consideran su territorio. Mas hete aquí que un día, apareció por aquel Serengueti hostil un joven ñu con andares de grácil gacela que, sin miedo aparente, cruzaba de una orilla a otra del río Mara sin que los cocodrilos parecieran inquietarle. Y así es como conocí en la red a Francisco Manuel Espinosa, alias Sap, en el año del señor de MMIII, el individuo que consiguió revitalizar con su sangre fresca nuestra Corrala.
Desde entonces, no hubo ni hay día que no me asome al ciberespacio para leer lo que haya escrito, ya fuese antes, en los grupos de noticias, o ahora, en la sección de comentarios del blog de Antonio Muñoz Molina, en las redes sociales o en su propio blog personal. Es por eso que a veces me considero un poco "la niña de Sap", o sea, que siento ese raro privilegio —como la pequeña del parque Steglitz— de que un gran escritor compone sus creaciones artísticas casi exclusivamente para ti, puesto que esa audiencia que señalo, apenas consiste en un reducido grupo de ciberamiguetes.
Pero es ahora cuando tengo el gran honor de escalar, desde nuestra minúscula urbe al inmenso orbe, la obra de Francisco Manuel Espinosa, presentando al lector esta recopilación de escritos sapristeños dados a la imprenta, que sería un poco como publicar la correspondencia de la muñeca viajera de Kafka.
Si me siguen en este apetecible viaje, descubrirán cómo va siendo uno inevitablemente seducido por la prosa rica, elegante y limpia de Sap, quien se atreve con la escritura desde cualquier ángulo, género o tiempo. Así, encontramos cuentos sobre épocas pretéritas, como esos folletines protagonizados por malhadadas féminas, Violeta y Merceditas, pero hallamos igualmente relatos del futuro, en los que se nos presenta un final de siglo XXI distópico, donde el progreso ha dado paso a una brutal regresión que da muchísimo juego literario.
Pero Francisco Manuel Espinosa es también un escritor del presente y de la cotidianidad, y es capaz de crear arte con el día a día, así consigue reunir unas deliciosas crónicas de sus desayunos en el bar de abajo, el de Margot, con su fauna habitual: Cerdito Acaparador, Oficinista Parlanchín, Ignota Indecisa, Tratante de Ganado, La Mofletitos y el nigeriano Prince, siendo que todos estos relatos, del género que sean, llevan el condimento especial de Sap: unas gotas de humor inteligente y oportuno con el que todos los relatos alcanzan un regusto notable. Con todo, para este humilde prologuista, la parte más emocionante de este libro es aquella en la que Francisco Manuel Espinosa, retrocediendo en el tiempo hasta su infancia, homenajea a esas personas que son también verdaderamente "personajes", esa parte más íntima dedicada al tío Lolo y al tío Pepe. Asimismo, me gustaría destacar ese relato de un Sap enamorado, que viviendo en su nidito de amor, se enfrenta al karma cervantino en una insólita y divertidísima historia de un colchón de matrimonio.
¡Insensatos! ¿A qué esperan? No se demoren más y empiecen a gozar de esta prosa de categoría.
Saluti a tutti!
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ResponderEliminarTe quedo muy agradecido, amigacho Maif, por tu interés y tu prólogo, sin duda, la pieza más valiosa de este ramillete de tontás. Un abrazo.