Qué alegría cuando entras en el portal de tu casa y al mirar el buzón en lugar de encontrarte con las habituales cartas de los bancos, la publicidad o las facturas... te tropiezas con un gran sobre cargado de sorpresas. Y más cuando éste te ha sido inesperadamente remitido por un compañero del Instituto -¡¡¡de hace más de veinte años!!!- que te ha localizado por internet gracias a tu blog.
Gracias, Filo, tío, estos detalles le emocionan a uno.
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