sábado, 11 de mayo de 2013

Sap, el taxidermista y el viral de las sombras chinas

Recientemente, en una de esas 'limpiezas' —o reordenaciones decorativas— recidivantes , ha aparecido un libro que no había vuelto a ver desde que lo compré y leí, allá por febrero del año 2006. Se trata de «Curso de Taxidermia (y otros papeles corraleños)» de don Francisco Manuel Espinosa Carrasco, mi amigacho "Sap".

Helo aquí. Admiren esta joya.
 
Observen esa portada, espeluznante como la salita del motel de Norman Bates.
 
Gocen de la foto de la parte trasera: nada del posado literario habitual, el maestro Sap mira de reojo —tras sus sólidas gafas de tipo harto de lecturas— al cotilla lector desde la comodidad de su pijama y su bata, tranquilamente despeinado y sin afeitar aún.
 
Pásmense —así mismo— con la dedicatoria que me regaló, en la cual no podía faltar su clásico sello humorístico coronando la misma (y menuda caligrafía de lujo que se gasta nuestro eximio pendolista). Esta joya literaria la guardaré entre algodones: algún día mis nietos, si se ven en apuros económicos —los dioses no lo permitan—, podrán subastarlo por millones de bitcoins —o pesetas— o la que sea entonces la unidad monetaria.

Ayer me tragué sin pestañear un documental de más de tres horas sobre Woody Allen. También me he visto el capitulito semanal de "Mad Men", el de "Juego de Tronos", el de "House of Cards", el de mi vicio inconfesable (sshhhhhhhh: "Cuéntame cómo pasó"), he gozado del cine en compañía de la Lawrence en «Silver Linings Playbook», con la Chastain en la captura de Bin Laden en «Zero Dark Thirty», estoy leyendo —como suelo— varios libros a la vez, etc.
 
Así es mi vida normal, por lo que podrán comprender que tengo un gran cacao en mi cabezota. De tal manera que cuando el otro día me pasaron un vídeo de esos virales sobre unos tipos que trabajaban con sombras me sonó a 'déjà vu', pero no conseguía recordar la fuente de mis recuerdos, si era un capítulo de alguna serie, si se trataba de una peli, de cualquier cosa que hubiera leído en una revista o en internet o de alguno de los libros que leo.
 
Finalmente me caí del caballo y recordé el origen: era por la reciente relectura de uno de los relatos del "Curso de Taxidermia" de Sap. Concretamente de este que retrato y transcribo:
 
Luego, durante la sobremesa, el abuelo —más ingenioso y también mas desapegado al consumo de imágenes— organizaba, al igual que en las noches de tormenta en las que se iba la luz, pequeños espectáculos de sombras chinescas proyectadas ante una sábana.
 
 
Reconocemos que a los niños nos admiraba en un principio su habilidad para, ejecutando sencillos escorzos manuales, crear gracias a la breve llamita de una vela, cabezas de perros, águilas en vuelo y conejitos de nerviosos movimientos. Pero, con suerte, el teatrillo de sombras no podía durar más del cuarto de hora por mucho que se esforzara el abuelo en la creación de nuevos personajes, pues su arte era limitado y conocíamos de memoria su repertorio animalesco.
 
Por cierto, que el vídeo viral de las sombras chinas —que ha provocado esta entrada— fue éste
 

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